Según el informe de la organización medioambiental Worldwatch Institute, la situación del mundo 2002, en la última década ha comenzado a registrarse la primera extinción masiva de especies motivada por la acción del hombre. Hoy en día se estima que son más de 2000 las especies en peligro de extinción y España, advierte el estudio, es el país europeo con mayor número de especies amenazadas. No en vano, la Península Ibérica alberga en su conjunto más de 100.000 especies y reúne el 54% de los habitats catalogados como de interés especial por la Unión Europea.
La exposición Fauna amenazada está concebida como un recorrido por una serie de ámbitos modulares que vertebran, con una escenografía muy atractiva (reproducciones de animales, recreaciones de hábitats y módulos interactivos), el discurso de la exposición. La muestra informa al espectador sobre las cinco grandes extinciones del pasado de la Tierra y le sitúa como testigo de una hipotética sexta extinción en la que sólo sobreviven algunas especies.
¿Caminamos hacia una sexta extinción?
Intensos períodos de cambios climáticos, vulcanismo, impactos de meteoritos u oscilaciones del nivel de los océanos han producido a lo largo de la historia del planeta, al menos en cinco ocasiones, la desaparición masiva de una gran parte de especies animales. Actualmente, y por primera vez en la historia de la vida sobre la Tierra, la acción de una especie sobre el medio puede llegar a provocar un nuevo capítulo de extinciones a gran escala. Con una antigüedad de 40.000 años, este ser -el hombre- ha potenciado en los últimos siglos su capacidad de colonizar y explotar el medio ambiente de forma devastadora. Se calcula que de continuar este ritmo de extinciones podría provocar la desaparición de la mitad de las especies animales contemporáneos al hombre del siglo XXI.
Un espacio vital cada vez más reducido
El agua que beben, los alimentos que comen, la madriguera donde se cobijan, el aire que respiran... Todo lo que necesitan para vivir, los animales lo obtienen de su entorno más inmediato. Es por ello que la alteración de las características naturales de un hábitat, así como la reducción de su extensión, repercuten directamente sobre las especies que allí viven. En España, el impacto de la superpoblación en las zonas costeras ha erradicado prácticamente los hábitats ancestralmente ocupados por la foca monje, el águila pescadora o el ostrero.
Las zonas húmedas (deltas, albuferas, marismas, lagos...), uno de los hábitats más amenazados del planeta, han sufrido en España una drástica reducción en los últimos cincuenta años; en gran medida por ser consideradas áreas insalubres y de escaso provecho para el hombre. Este hecho ha puesto en peligro la supervivencia de muchos de sus moradores. Lo mismo ha ocurrido con las especies propias de otros ecosistemas, como pueden ser las zonas esteparias, los bosques autóctonos y los ambientes de alta montaña.
Cuando los tiempos cambian...
Las líneas eléctricas son una auténtica trampa para muchas aves que mueren por el impacto con los cables del tendido o electrocutadas en las torres que los soportan. También las carreteras y pistas forestales son las causantes de la muerte por atropello de muchas especies así como barreras insalvables para otras muchas como en el caso de los anfibios que no pueden atravesarlas. Igualmente lesivas, en algunos aspectos, resultan las presas y las canalizaciones fluviales.
Algunos animales, entre los que se cuentan roedores, murciélagos, salamanquesas y aves se han adaptado a lo largo de los siglos a los ambientes humanizados; hasta el punto de establecer una íntima dependencia. Así, recientemente se han podido ver afectados, por ejemplo, a causa de los cambios en las construcciones tradicionales hechas por el hombre (tejados, aleros, buhardillas, corrales y campanarios). También las transformaciones de las técnicas agrícolas, ganaderas y pesqueras han desequilibrado el ciclo vital de muchas especies que dependían de ellas. Por último, un sector económico emergente, como el turismo, ha inducido serios problemas en múltiples ecosistemas españoles; muy especialmente en los frágiles marcos insulares.
La contaminación y el fuego: dos enemigos devastadores
Humos, aguas, pesticidas, residuos industriales, metales pesados, plásticos, gases tóxicos... la inagotable capacidad del hombre para generar, a partir de su actividad, todo tipo de residuos físicos y químicos se han ido desarrollando de un modo implacable con el paso del tiempo. Aspectos como el efecto invernadero, la disminución de la capa de ozono o las lluvias ácidas superan el concepto localista de la contaminación que se tenía hace unas décadas.
A pesar de que el fuego nunca fue un elemento totalmente ajeno a los ecosistemas mediterráneos, que por sus características son susceptibles a los incendios, que se han estimado en unos 10-20 por millón de hectáreas y año, en los últimos años se han disparado de una forma espectacular a causa del progresivo abandono de la masa forestal y la acción del hombre involuntaria o intencionada.
Los recién llegados
En los últimos años la introducción
de especies animales exóticas a los ecosistemas españoles
ha adquirido una gran importancia. Uno de los problemas
que supone la introducción de formas ajenas a
un ecosistema local es la posibilidad de que estos animales introducidos
se encuentren con especies autóctonas, genéticamente
afines, con las que puedan hibridar. Ello
puede ocasionar la desaparición material de la especie
como tal o, en el mejor de los casos,
aspectos lesivos como: perder inmunidad ante determinadas enfermedades,
no-adaptación a las fuentes de alimentación disponibles
o dificultad de respuesta a la presión de los depredadores
locales. Claros ejemplos de ello podrían ser la malvasía,
un curioso pato seriamente amenazado por este problema
en los años 90, o algunas especies cinegéticas
más comunes (perdices, conejo, jabalí,
etc.), de las que se realizan repoblaciones
con animales de dudosa procedencia. También es
frecuente el caso de especies introducidas que proliferan muy
rápidamente y que pueden acabar por desplazar a la fauna autóctona,
como es el caso del cangrejo de río ibérico,
hoy seriamente amenazado a causa de una infección
por un hongo que transmiten los cangrejos americanos que se están
expandiendo irrefrenablemente por todas las cuencas españolas.
Fauna Amenazada: Del 2 de julio al 31 de agosto
CosmoCaixa. Pintor Velázquez
s/n. 28100 Alcobendas. Madrid
Horario de apertura:
Martes a domingo de 10 a 20 horas.
Tfno. Información: 91 484 52 00
Para ampliar esta información:
Jesús N. Arroyo. CosmoCaixa. 91 484 52 73 / 629 79 12 96
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